
Por Giuliano Delle Chiaie
Muchos recordarán este día como el día en que Juan Martín Del Potro fracasó ante Roger Federer y no pudo acceder a la final después de una batalla estéril. Otros, como el día en que el argentino demostró todo su amor propio cuando minutos después de que terminara exhausto física y mentalmente su partido frente al 1 del mundo, encaró con entereza el doble mixto junto a Gisela Dulko. Es cierto, algunos sólo recordarán que también perdió ese partido. No se olvidarán tampoco las épicas 4 horas y 26 minutos de la semifinal que batieron el reciente récord de duración en el tenis olímpico que habían impuesto Tsonga y Raonic una ronda atrás. Muchos otros recordarán este día como el día en que Del Potro triunfó y conquistó los corazones argentinos, sudando, sufriendo, llorando, peleando por los colores de su bandera. Quizás no sea este el lugar para plantear opiniones y abrir discusiones que difícilmente cambien el rumbo de las cosas, en definitiva cada uno elegirá qué historia llevarse consigo. Lo que es seguro es que este día no será olvidado por los fanáticos del tenis y de Argentina.

La ilusión del doble mixto se terminó en manos de la dupla estadounidense compuesta por Lisa Raymond y Mike Bryan quienes se quedaron con el pase a las semifinales por 6-2 7-5. De un partido a otro saltó un histórico Delpo al que las cuatro horas sumadas al amargo sabor del final de su partido de single no pudieron frenar, más allá de que le significaron una ineludible y muy pesada carga para superar el exigente encuentro junto a Dulko.
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