domingo, 24 de junio de 2012

Wimbledon 2008, la final de todos los tiempos

  La final de Wimbledon 2008 fue el partido más espectacular de la historia para muchas personalidades relacionados al tenis, como por ejemplo el mediático John McEnroe. Era la tercera vez consecutiva que Roger Federer y Rafael Nadal se enfrentaban en el duelo decisivo en Londres. Las dos anteriores habían sido para el suizo pero esa vez fue el español quien se quedó con el título y la gloria por 6-4 6-4 6-7 6-7 y 9-7.
 El video muestra el tiebreak del cuarto set. Simplemente fantástico. Con varios cambios de dirección y golpes mitológicos, se eleva al estado de imborrable para aquellos que pudieron disfrutar de él.



 El siguiente fragmento es extraído del libro "Rafa, Mi historia", escrito por Nadal junto con el periodista John Carlin. Cuenta con lujo de detalle cada momento de ese tiebreak, cada sensación, cada pensamiento que se cruzó por la cabeza del español. Una invitación a navegar por una de las mentes más fuertes del circuito:
 "Desde el punto de vista de la calidad de juego, el cuarto set fue quizás el mejor que disputamos en aquella final. Los dos estábamos al cien por cien, terminábamos los largos peloteos con un golpe ganador tras otro y cometíamos pocos errores. Yo siempre iba un juego por delante porque saqué el primero, de modo que cuando le tocaba servicio a Federer se limitaba a no rezagarse, algo que consiguió todas las veces. Que nadie diga nunca que Federer no es un luchador.
El set culminó con un tiebreak y yo saqué primero. El público que abarrotaba la Centre Court había perdido la compostura y una mitad gritaba «¡Roger! ¡Roger!» y la otra, «¡Rafa! ¡Rafa!» En el primer punto subí a la red por una vez y de inmediato sufrí las consecuencias, y recordé por qué lo hacía sólo esporádicamente. Federer me superó con comodidad con un golpe hacia mi derecha. Mal comienzo. Pero entonces tuve una racha asombrosa. Confiado, dueño de mi juego, gané los dos puntos de su servicio. Luego le di un poco de su propia medicina, le clavé un ace y, a continuación, otro primer servicio que no pudo restar. Ganaba yo 4-1.(...)
 Le tocaba ahora servir a él y yo estaba más relajado de lo que sabía que estaría en el siguiente servicio, porque se lo había roto dos veces e iba por delante. (...) Me decía: «Cíñete al plan de juego, lánzale liftados (top) altos a su revés.» Pero en el siguiente punto eludió el revés y me lo ganó con un electrizante derechazo paralelo.
 Cambiamos de lado cuando yo iba ganando 4-2. (...) El siguiente peloteo fue largo, quince disparos, los dos jugando con cautela, yo conteniendo el impulso, que habría sido suicida, de terminar de una vez con una derecha ganadora, y el punto terminó cuando Federer se puso nervioso antes que yo y un revés se le fue. Me permití un pequeño momento de celebración: un discreto puño al aire, controlado, a cámara lenta. Nada exuberante, nada que la multitud de la Centre Court pudiera ver, pero por dentro —no podía evitarlo— me sentía cerca, muy cerca de conseguirlo. Cuando saqué, ganando 5-2, tenía la impresión de tener el sueño de mi vida al alcance de la mano. Fue mi perdición.
Hasta entonces la adrenalina había vencido a los nervios; pero, de pronto, éstos estallaron. Me sentí al borde de un precipicio. Mientras botaba la bola antes de mi primer servicio, pensé: «¿Dónde se la coloco?» No debería haberlo meditado tanto. Debería haber sacado con un golpe abierto hacia su revés, como había estado haciendo todo el rato. Pero apunté recto, le di fuerte y la pelota botó fuera. Estaba ya muy nervioso. Había entrado en un territorio desconocido. Mientras lanzaba la bola al aire, me dije: «Peligro de doble falta: no la fastidies.» Pero sabía que iba a hacerlo. Estaba realmente tenso. Y, efectivamente, envié el segundo saque a la red, como un tonto. Los nervios me devoraban, pero la causa no era el miedo a perder; era el miedo a ganar.(...)
¿Qué significaba el miedo a ganar? Significa que, aunque sabes qué golpe tienes que jugar, las piernas y la cabeza no te responden. Los nervios se apoderan de ellas y no puedes esperar; no puedes aguantar. No era miedo a perder porque en ningún momento del partido pensé que no fuera a ser capaz de vencer. En ningún momento perdí la fe.
 Pero mientras me disponía a sacar otra vez, con el marcador 5-3, la convicción desapareció. Perdí el valor. Porque, en vez de seguir jugando, en vez de borrar de mi cabeza el contratiempo de la doble falta, dejé que influyera en el siguiente saque. (...) fue un saque flojo, un cauteloso segundo servicio disfrazado de primero, un saque cobarde. Sí, ése es el calificativo exacto. Fue un momento de cobardía, que permitió a Federer pasar al ataque en el acto. Restó con un golpe en profundidad, se lo devolví corto, me envió otro golpe en profundidad y entonces fallé —un error garrafal—: Le di mal a la bola y mi revés se estrelló contra la red. No se había tratado ni mucho menos de un golpe imposible de devolver; si me la hubiera lanzado así diez veces, en nueve no habría habido ningún problema. Incluso habría podido responder con un golpe ganador. Pero tenía el brazo rígido, había perdido el ritmo y todo yo estaba descolocado. En vez de acompañar con convicción el movimiento del golpe, las piernas se me habían inmovilizado en el sitio, hechas un manojo de nervios.
 Íbamos 5-4 y le tocaba sacar a él. La iniciativa era ahora de Federer. Su primer servicio fue genial, abierto, hacia mi derecha. Resté con un zarpazo corto y me clavó un golpe ganador. Pensé: «La he pifiado. Pero vamos 5-5 y todavía estoy en el tiebreak. Si gano un punto, este punto, estaré a uno de partido para ser campeón de Wimbledon. Igual la cago, pero voy a conseguir este punto.» Ah, pero Federer repitió entonces otro saque fenomenal y yo me vi casi perdido. Ahora era él quien tenía el punto de set y yo, quien servía. De pronto ya no estaba tan nervioso, tan preocupado por hacer doble falta. Me había apartado del precipicio. El miedo a ganar se había esfumado, me encontraba en una situación menos cómoda pero a la que estaba más acostumbrado: peleando para salvar el set. Estrellé el primer servicio en la red, pero ya no pensaba en la doble falta. Mi segundo saque fue un golpe decente y entablamos un largo peloteo en el que castigué su revés. Le envié un pelotazo abierto hacia su derecha, aunque algo corto, y allí vio él su oportunidad. Buscó una derecha ganadora y se le fue.
Volvimos a cambiar de lado. Como siempre, Federer se colocó en su sitio antes que yo. Yo tenía que secarme con la toalla, dar mis tragos de agua a las dos botellas. Luego me acerqué al trote a la línea de fondo. Conseguí por fin un primer servicio perfecto y nos enfrascamos en un fuerte peloteo en el que ambos golpeábamos con dureza y en profundidad, en su caso, en cierto momento, con demasiada profundidad. (...) Ahora yo tenía el punto de partido y servía él. Pero respondió como el gran campeón que es y me encajó otro de sus imparables servicios.
 Íbamos 7-7 y el punto que siguió fue increíble. Fue mío. Tras un segundo saque en profundidad intercambiamos un par de golpes, me cañoneó con una derecha abierta y profunda hacia mi derecha, corrí por detrás de la línea de fondo, él se lanzó hacia la red y lo sobrepasé con un golpe bajo y paralelo. Un buen trallazo.
 Volvía a estar con un punto de partido y por entonces era otra vez dueño de mis nervios. Pensé que merecía encontrarme donde me encontraba y que estaba a un paso de conquistar Wimbledon. Qué bobo. Realmente muy bobo. Fue uno de los pocos, poquísimos momentos de mi carrera en que pensé que había ganado antes de ganar. La emoción pudo más que yo y olvidé la regla de oro que hay que obedecer en tenis más que en cualquier otro deporte: que nada termina hasta que se acaba.
El marcador decía 8-7 y yo tenía punto de partido y el servicio. Hice exactamente lo que tenía que hacer, sacar abierto hacia su revés. Su resto se le quedó corto, a mitad de pista, y entonces, exactamente entonces, fue cuando, por primera vez en mi vida profesional, al acercarme para golpear la bola, antes de tocarla, me sentí pletórico y con la eufórica certeza de que la victoria era mía. Le envié una derecha hacia su revés y corrí a la red, creyendo que iba a fallar o a devolverme la pelota con un golpe flojo y que yo lo machacaría sin problemas. No fue así. Me endosó un revés sensacional en paralelo al que no llegué. He repasado ese punto en mi cabeza muchísimas veces. Lo tengo grabado en el vídeo de la memoria.
¿Qué otra cosa habría podido hacer? Tal vez golpear la pelota con más fuerza y profundidad, o enviarla hacia su derecha. Pero ni siquiera ahora creo que esto último hubiera sido lo indicado. (...) Para ser justos, propinó un golpe realmente fantástico en un momento en que tenía sobre sí una gran presión. En el punto anterior yo había dado el mejor golpe del partido y él había respondido de inmediato con otro equivalente. Sólo más tarde, cuando todo terminó, fui capaz de reflexionar y concluir que aquella final de Wimbledon fue especial a causa de momentos como los descritos, que fueron los más dramáticos.
Aquel golpe ganador le dio un subidón. Me hizo sudar la gota gorda en el punto siguiente, pues golpeó con una confianza terrible y ganó con una derecha cruzada a la que ni siquiera llegué. Estábamos 9-8 en el tiebreak y él servía. Su primer pelotazo botó fuera del cuadro de saque y gran parte del público lanzó un «¡Aaaah!» de decepción muy poco frecuente. No querían que terminara el partido, querían un quinto set. Y lo tuvieron. Mi resto a su segundo servicio también salió fuera y fue entonces cuando de verdad quedamos igualados. Dos sets a dos, a todos los efectos 0 iguales."






viernes, 22 de junio de 2012

Wimbledon ya tiene cuadro



  Por Giuliano Delle Chiaie

 Se sorteó el cuadro de Wimbledon y, nuevamente, la parte superior será compartida por Novak Djokovic y Roger Federer y la parte inferior contará con Andy Murray y Rafael Nadal.

 Novak Djokovic comenzará su defensa del título contra Juan Carlos Ferrero, ex campeón de Roland Garros y número 1 del mundo en 2003, en un posiblemente incómodo primer juego. A su vez, Roger Federer debutará frente al español Albert Ramos en la búsqueda de su séptimo Wimbledon. Junto con ellos en la parte superior del draw estarán los argentinos Juan Mónaco y Leonardo Mayer, que serán rivales en primera ronda, Juan Ignacio Chela, Carlos Berlocq y David Nalbandian. El cordobés tendrá como oponente inicial al octavo precasiflicado, Janko Tipsarevic, debido a que no pudo ingresar con un ránking lo suficientemente alto como para evitar rivales de talla en las primeras rondas. La descalificación que sufrió en la final de Queen´s la última semana ocasionó que no se le computaran los puntos de ese torneo, con los que hubiera logrado sortear esta situación. De todos modos, el historial es favorable a Nalbandian por 2 a 1 y no sería sorprendente verlo llegar a la segunda semana.  Por otra parte, el checo Tomas Berdych, número 6 de la clasificación y finalista de este torneo en 2010, asoma como otro animador de este sector de la grilla y podría cruzarse con Djokovic en cuartos de final.

 En el cuadro inferior, Rafael Nadal abrirá su torneo frente al zurdo brasileño Thomas Bellucci, y, en caso de ganar, podría enfrentarse al croata Ivan Dodig quien fuera su verdugo en Montreal al año pasado. Su camino podría también cruzarse con alguno de los alemanes Tommy Haas, campeón reciente en Halle (ver Verdes Sorpresas) o Philipp Kohlschreiber, quien venciera al español en el mismo torneo la semana pasada. En el lejano horizonte de los cuartos de final podría asomar el temible Jo-Wilfried Tsonga, quien debutará frente a Lleyton Hewitt. Por su parte, el escocés Andy Murray tendrá, a priori, la porción más dura del draw. Con Nikolay Davydenko, no tan antiguo ex 3 del mundo, como primer escollo, intentará abrirse camino para ganar su primer grand slam y en su casa, donde desde 1936 (Fred Perry) no celebra un británico. Juan Martín Del Potro, el mejor argentino del momento, empezará el recorrido enfrentando al duro holandés Robin Haase y podría verselas con David Ferrer en unos supuestos octavos de final. El canadiense Milos Raonic, la sensación del circuito, también estará en esta área del cuadro poniendo primera frente a Santiago Giraldo.

 Se aproxima un torneo apasionante que promete partidos intensos desde las primeras jornadas. La ceremonia más importante del tenis está a punto de comenzar. ¿Quién se quedará con la gloria y escribirá su nombre en el eterno trofeo?

 Para ver el cuadro completo haz click aquí 

Ante cualquier inconveniente con el link, no dudes en consultar.



jueves, 21 de junio de 2012

Números, números, números



 Wimbledon se vestirá de gala para presenciar la batalla por el número 1 del ránking que disputarán sobre el legendario césped, Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer. El serbio, dueño del primer puesto desde su victoria en la última edición de este torneo, deberá acceder a la final si quiere conservar su trono. De esa manera se asegurará que nadie pueda incomodarlo por lo menos hasta el US Open.
 Quien más posibilidades tiene de desplazarlo es el interminable Roger Federer. El máximo ganador de grand slams defiende cuartos de final (Tsonga lo eliminó el año anterior levantando un 0-2 en sets) y si logra quedarse con el torneo y Novak Djokovic no supera las semifinales, será rey nuevamente. De acuerdo al nivel que caracteriza al suizo sumado a la comodidad que le brinda la velocidad de la superficie, no es imposible pensar en un Federer campeón. Más aún considerando que ya ha ganado aquí 6 veces, siendo la última en 2009.
 En tercer lugar, el flamante heptacampeón de Roland Garros, segundo de la clasificación, Rafael Nadal será número 1 si se consagra y si Djokovic no sortea la barrera de los cuartos de final, posibilidad que parece ciertamente más remota. El español, que ha ganado 2 veces en Londres, viene de superar al serbio en los últimos 3 enfrentamientos y llega en plenitud, más allá del traspié de Halle (ver "Verdes sorpresas"), con sed de revancha por la final perdida el año pasado. El cuadro presentado a continuación muestra las probables variaciones en los puntajes de los primeros 4 del ránking:

     Campeón            Final              SF             CF
Djokovic 12280 11480 11000 10640
Nadal 10860 10060 9580 9220
Federer 11075 10275 9795 9435
Murray 8260 7460 6980 6620
Campeones por el trono

Verdes sorpresas


  La antesala del tercer grand slam del año dejó sorpresas tanto en Queen´s como en Halle. El verde césped se hace lugar en los suelos de los courts y prepara a los jugadores y a los fanáticos para Wimbledon, que comenzará el próximo 25 de junio, y para los Juegos Olímpicos, que se disputarán sobre idéntica superficie.
  El ATP 250 de Queen´s, jugado en Londres, contó con las participaciones estelares de su campeón defensor Andy Murray, cuarto del ránking como primer preclasificado, y del francés Jo-Wilfried Tsonga, quinto, como el número 2. Sin embargo, el británico no pudo superar a Nicolas Mahut en la segunda ronda y Tsonga se vio eliminado por Ivan Dodig en los octavos de final. Ambos desempeños por debajo de lo esperado. Para sorpresa de muchos, el partido definitivo se disputó entre David Nalbandian y Marin Cilic quien se quedó con la victoria después de la harto difundida descalificación del argentino por patear un cartel publicitario y lastimar a un juez de línea.  Más allá de los rumores y a pesar de las multas y sanciones, finalmente Nalbandian podrá estar presente en Wimbledon.
  Mientras tanto, en Halle, Alemania, Rafael Nadal y Roger Federer encabezaban el cuadro y la expectativa creció tanto como se merece la presencia de ambos jugadores. Pero el clásico contemporáneo más importante del tenis no pudo repetirse porque Philipp Kohlschreiber (campeón en Halle 2011), venció al español por 6-3 y 6-4 en los octavos de final. Por su parte, Federer alcanzó la final y, aunque todos los pronósticos daban al ex número 1 como favorito, cayó en manos del local Tommy Haas por 7-6 y 6-4. El alemán volvió a coronarse en un título ATP después de 3 años cuando venció a Djokovic en la final de este mismo torneo.
 A pocos días de comenzar Wimbledon parece que aún los grandes animadores del circuito no han encontrado su más alto nivel. Novak Djokovic, defensor del codiciado trofeo, prefirió descansar después de la final de Roland Garros y ha decidido no participar de los torneos previos. De todos modos, está demostrado que los grandes jugadores pocas veces fallan en los grand slams.  

lunes, 11 de junio de 2012

El nuevo duelo

Por Giuliano Delle Chiaie

 Rafael Nadal pudo despertar de la pesadilla Novak Djokovic. Despúes de perder 7 finales seguidas entre 2011 y 2012, incluidas 3 de grand slams (Wimbledon ´11, Us Open ´11 y Australian Open ´12) el español logró sobreponerse en los últimos tres enfrentamientos, todos sobre polvo de ladrillo. Monte-Carlo, Roma y ahora, Roland Garros. En su superficie predilecta, Rafa parece haber encontrado una solución al serbio problema. Vale destacar aquel partido en la final de Monte-Carlo en el que el español pudo superarlo después de una interminable secuencia de derrotas consecutivas e inapelables. Ese encuentro al cual Novak llegó apagado por la muerte de su cercano abuelo, significó una visagra para Nadal. En Roma se volvieron a encontrar en el partido definitivo y, en sets corridos, Rafa se quedó nuevamente con la final.
 Roland Garros era diferente. Los torneos grandes son especiales, y los 5 sets son una historia distinta. Con una estadística que indicaba que las últimas 3 finales de grand slams habían sido disputadas entre el 1 y el 2 del mundo y que en todas la alegría había sido serbia, la final en París significaba una prueba de fuego para el español. El estadio Philippe Chatrier o "el patio de la casa" de Nadal fue testigo de una nueva victoria del mannacorí. Haber logrado sobreponerse pinta un nuevo paisaje para lo que sigue. Es indudable que el nuevo duelo en el mundo tenis es entre estos dos jugadores. Con un Fereder y un Murray que se encuentran hoy algunos escalones debajo, la previa para Wimbledon anticipa otra posible final entre Nadal y Djokovic. ¿Podrá el nuevo antídoto que parece haber encontrado Rafa funcionar sobre el pasto de la Catedral o el suelo de Flushing Meadows o Nole volverá a levantarse y mantener sus títulos? Proximamente en las mejores salas del circuito ATP.



Rafael Nadal, la leyenda

Por Giuliano Delle Chiaie

 Rafael Nadal derrotó a Novak Djokovic en la final de Roland Garros y obtuvo su séptimo título en París, lo que lo convierte en el máximo ganador de este torneo.

 El español número 2 del mundo llegaba a la final con una actuación perfecta a lo largo del certamen. Sin ceder un set, había superado con facilidad a cada rival incluyendo a su compatriota David Ferrer en seminifinales, por un sorprendente 6-2 6-2 y 6-1. En frente, el serbio había derrotado a Roger Federer por 6-4 7-5 y 6-3 en su mejor partido de las dos semanas. Tras exigentes encuentros contra Andreas Seppi, a quien derrotó en 5 sets y Jo-Wilfried Tsonga contra quien logró sobreponserse a 4 match points, Djokovic parecía haber encontrado su juego en la semifinal.

 El partido comenzó con un Nadal insuperable que se quedó con los 3 primeros games con rapidez. Sin embargo, el número uno pudo emparejar el juego e igualar el marcador aunque sin mucho éxito ya que el primer parcial cayó para el lado del español por 6-4. Una constante garúa acompañó a los jugadores durante todo el desarrollo de la final y provocó que de a poco las pelotas y la cancha, cada vez más húmedas, modificaran el juego natural. De todos modos, el segundo set continuó con la misma tendencia. Nadal logró ponerse 5-3 arriba y luego de un parate de 15 minutos por la incesante llovizna, cerró el set.

 Parecía todo terminado. Con un Djokovic nervioso y frustrado que exteriorizó su bronca arrojando su raqueta y golpeando su banco, todo indicaba que el número 1 no tendría vuelta atrás. El trabajo de hormiga de Nadal surtía efecto, la cabeza del serbio comenzaba a flaquear y para profundizar esa sensación, el tercer set empezó 2 a 0 y saque para el español. Sin embargo, como en cada final entre estos dos gladiadores versión siglo XXI aún faltaba un largo trecho para culminar. El número 1 sacó a relucir su orgullo y su mejor tenis. Como si repentinamente hubiera entendido que ya no tenía sentido continuar con su plan de juego, el serbio exhibió los más espectaculares golpes de su repertorio con los que le robó 8 games consecutivos al mismísimo Rafael Nadal, el rey del polvo, el rey de París. Consiguió llevarse el tercer set por 6-2. La sensación se revirtió y de repente parecía verse al español contra las cuerdas. Más aún cuando el cuarto set inció con un marcador de 2 a 0 a favor del 1. Rafa pudo cortar la racha negativa al sostener su saque y lograr el 1-2, pero la lluvia finalmente ganó la parada. Con las pelotas como piedras y una pista cada vez menos sensible a las patinadas, las autoridades del torneo detuvieron el juego hasta el día siguiente.

 En la reanudación, (después de 39 años de una definición postergada) con condiciones regulares, el partido volvió a emparejarse y Nadal quebró de entrada el saque de un frío Djokovic para dejar el 2 a 2 en la grilla. Todo lo que siguió fue tensión, un duelo parejo en el que cada uno sostuvo su servicio hasta el game número 12, en el que Djokovic no pudo más y sentenció el final con una doble falta que disparó a Nadal al salón de las grandes estrellas del deporte. 7-5 en el cuarto y celebración para el español. Con 7 Roland Garros se eleva como el hombre que más veces obtuvo este prestigioso torneo dejando atrás al sueco Bjon Borg. Alcanza el onceavo grand slam en su carrera por los 16 de Roger Federer. Simplemente Rafael Nadal, la leyenda.

Nadal Campeon Roland Garros 2012

martes, 5 de junio de 2012

El tenis y la chaza, no (somos) tan distintos.

Por Giuliano Delle Chiaie

 La historia de Carlos Graneri, periodista egresado de TEA en 1992, no sea quizás la tradicional secuencia que se acostumbra a escuchar. Sin la posibilidad de ingresar en el circuito comunicacional de los diarios y las revistas una vez finalizados sus estudios, la vida lo llevó hacia nuevas fronteras. Colombia. En la tierra del café, Graneri dejó descansar, por un tiempo, su sed periodística. Las necesidades lo empujaron hacia otras actividades para mantener a su familia, aunque nunca pudieron alejarlo por completo de su vocación.
 Además del buen café, en aquel atrapante país se juega hasta hoy a la denominada “chaza”. Este deporte es una práctica antigua creada por los pueblos originarios, similar al tenis. Se delimita una superficie de 9 metros por 100 metros dividida a la mitad por una línea análoga a la red de hoy. Con raquetas de madera, el objetivo es pasar la pelota del otro lado, aunque con la diferencia de que se juega en equipos de 5. Este antepasado latinoamericano del tenis lleva el viaje de vuelta a Graneri. Después de 5 años, el periodista regresó a la Argentina con intenciones de explotar su cada vez más impostergable faceta de investigación y su interés en los pueblos originarios lo llevó por todo el país recolectando material de las comunidades sobrevivientes. “No era un tema muy explotado, y el conflicto es mundial” analiza Graneri, a la distancia, los motivos que lo llevaron por ese camino. Sin embargo, no recibió respaldo de ninguna editorial para publicar su material.
 Cansado de buscar apoyo, decidió comenzar un blog y una página de Internet www.delorigen.com.ar en donde plasmar sus escritos e indagaciones. “Nunca se ha tenido realmente en cuenta a estos pueblos. Sirven para una foto pero nada más, no se les respeta la lucha por las tierras” denuncia el periodista. La chaza no es más que un ejemplo de las muchas similitudes que unen a los habitantes originales de las tierras americanas con los que las habitan hoy, aunque la lenta desaparición asistida por la ausencia de intención del poder a lo largo de la historia agrande cada vez más la brecha entre las dos culturas. “Es positivo que en las escuelas se hayan comenzado a cuestionar los roles de Colón y de Roca, que de a poco pasan de héroes a genocidas” reconoce el especialista. Material que invita a la reflexión.
 En otra cara de este multifacético personaje se encuentra la pasión por Racing Club de Avellaneda, al cual le dedicó un libro de entrevistas con reconocidos hinchas, jugadores y personas relacionadas al club al que tituló Mozart y Corbatta; y una anotología de cuentos, Avellaneda tiene un precio especial, también relacionada con el club celeste y blanco.